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Lágrimas negras de Ulthwé

Puerta a lo desconocido (Capitulo 4)

“Los dos guardianes habían entrado en el claro, se habían separado del grueso del ejército con la orden de buscar algo aunque no les habían dicho el qué.
- ¿Estás seguro de que este es el sitio donde teníamos que buscar? Porque no veo nada.
- Lord Ulthran nos dijo que buscásemos un claro cerca de la ubicación del campamento y este es el más cercano que hay.
Encaramada a un árbol la joven eldar observaba con curiosidad a los dos visitantes, aunque había reconocido el lenguaje que utilizaban como lengua eldar (que la muchacha apenas recordaba ya) no se había atrevido a bajar para que la vieran por miedo.
Uno de los guardianes se acercó a los árboles y entonces lo vio, un pequeño pie apoyado en las ramas de uno de los árboles. Sabiendo que había sido descubierta, la joven eldar saltó al suelo y echó a correr.
- ¡Eh! ¡Espera! – dijo uno de los guardianes echando a correr detrás de la muchacha.
A pesar de que la joven era rápida y conocía el terreno, el guardián pudo atraparla debido a su mayor rapidez. La eldar se debatía entre sus manos intentando desasirse del soldado.
- Tranquila, no vamos a hacerte daño. –Viendo la muchacha que era verdad lo que decía el eldar, dejó de intentar escapar.
- ¿Cuál es tu nombre? – le preguntó el guardián.
- Li…- los vocablos eldar sonaban raros en su boca.- Li…lith. Me… llamo Lilith”.


El campamento estaba en silencio, los únicos eldar que estaban despiertos eran los vigías que estaban más alertas que nunca tras el ataque de los parientes oscuros. Lilith se levantó empezó a pasear en silencio, los sueños llevaban acosándola varios días y le impedían dormir. Ni siquiera las técnicas de relajación que había aprendido durante su entrenamiento le servían para expulsar los malos sueños. Lilith creía que aquella parte de su vida ya la había superado, y sin embargo ahora volvía. Aunque la vidente renegaba de aquel pasado le resultaba irónico que había sido gracias a su vida en la jungla que ahora era tan buena luchadora. Debido a esto cuando fue adoptada por Ulthwé y tuvo que empezar su entrenamiento la senda que más le atrajo fue la del templo de Jain Zar. A veces se preguntaba si el maestro Ulthran había hecho lo correcto al iniciarla en la senda del vidente, cuando tanto su estilo de combate como su carácter se acercaban más a la de las Espectros Aullantes.
Lilith en su paseo se acercó a una de las motocicletas, esta llevaba atada a la parte posterior un cofre decorado con hueso espectral. Lilith desató el cofre de la motocicleta y lo abrió. En su interior, veinte joyas descansaban sobre el suave forrado del cofre. Estas joyas contenían las almas de los soldados muertos durante el ataque de los cabalistas. En circunstancias normales las joyas ya estarían en Ulthwé y las almas que contenían estarían descansando en el circuito infinito. Pero esto no podía ser así, pasaría mucho tiempo antes de que las joyas estuvieran de vuelta en el mundo astronave, pero Lilith prometió por Khaine que las joyas volverían a donde corresponde y que las almas de sus congéneres descansarían en paz.

El campamento empezó a despertar, los soldados recogieron sus cosas y se prepararon para la marcha. Decaídos y si presencia de animo, los eldars se ponían en marcha agarrándose a la esperanza de que pronto saldrían de la Telaraña, una esperanza que poco a poco iba desvaneciéndose.

Los motoristas con un nuevo líder a la cabeza fueron a explorar nuevos capilares para encontrar la salida abierta que tanto tiempo estaban buscando.
El resto de la fuerza tardó un poco más en ponerse en marcha.
Tras un breve espacio de tiempo fuera, -demasiado breve pensó Lilith- los motoristas volvieron.
Uno de ellos se acercó a la vidente.

- Hemos encontrado una nueva salida abierta, vidente. – Le comunicó.- Está muy ceca de aquí, por eso hemos vuelto tan pronto.

- Bien, nos dirigiremos hacia allá. Pero esta vez iremos todos.

El ejército al completo se dirigió hacia el capilar dirigidos por los motoristas.
Al llegar allí, Lilith observó el portal. Estaba activo pero la vidente no se dejo engañar, probablemente se cerraría en cuanto alguno de ellos intentara pasar.
Lilith se dirigió al portal con la intención de cruzarlo pero Durell le cortó el paso.

Espere vidente, yo lo haré. – Antes de que a Lilith le diese tiempo de replicar nada, Durell ya se había sumergido en el portal.

Al poco rato volvió a aparecer.

- ¡Señora! ¡Lo he conseguido! ¡He cruzado al otro lado! – El vidente parecía eufórico y si lo que había contado era cierto, tenía motivos para hacerlo. – Venga conmigo.

Lilith se dirigió al portal seguido de Durell y se sumergió en la sustancia que lo formaba. Apenas un instante después, se encontraba al otro lado.

Una visita inesperada (Capitulo 3)

“Sólo habían pasado tres meses escasos desde la destrucción del campamento exodita y, sin embargo, la joven eldar apenas recordaba los rostros de sus congéneres asesinados durante el ataque orko. La Naturaleza era un lugar peligroso y la muchacha no podía permitirse el lujo de sentir añoranza, todo su ser estaba concentrado en la supervivencia. La joven se agazapó detrás de los arbustos, llevaba toda la mañana persiguiendo a su presa, un Ry’lktep, un pequeño reptil herbívoro cuya carne era muy sabrosa y alimenticia. Ahora, la criatura se hallaba muy próxima a la trampa que la eldar había preparado. La muchacha se concentró, intentando penetrar en la mente de la criatura para confundirla y llevarla hacia la trampa. No le costó mucho esfuerzo, la mente de la criatura era muy primitiva y podía doblegarla con facilidad. Dirigió a la criatura hacia el lazo y una vez el Ry’lktep metió la pata en el nudo corredizo, tiró del cabo que sostenía entre sus manos y la criatura quedó suspendida. La eldar salió de entre los arbustos y sacando su pequeña daga, la única arma de la que disponía desde que su pistola shuriken se quedará sin munición, se acercó al reptil. Puso la daga debajo del cuello del animal y lo degolló. En otro tiempo estas prácticas le habían parecido brutales pero ahora no podía permitirse tener este tipo de remordimientos.”

- Vidente, ¿me estáis escuchando? – Lilith salió de sus cavilaciones y se encontró el rostro de Durell mirándola con preocupación.

- ¿Qué?... Lo siento Durell, me he distraído. ¿Qué me estabas diciendo?

- Señora, ¿estáis bien? Me preocupáis. – A la vidente le molestaban ese tipo de preguntas. Había sobrevivido a multitud de cosas incluso durante su infancia.
¿Por qué entonces se preocupaban tanto por ella?

- Estoy perfectamente Durell. Prosigue con… con aquello que me estuvieses contando.

- Estaba diciendo que los exploradores han encontrado señales de una expedición de los parientes oscuros cerca de aquí.

Una mueca de preocupación apareció en el rostro de Lilith, se alegró de llevar el yelmo puesto ya que así Durell no podía ver su gesto.
Lo que menos necesitaban ahora sus Lágrimas eran un enfrentamiento, el último intento infructuoso de salir de la Telaraña había desanimado a sus soldaos más que nunca, y con la moral baja no combatirían bien.

- Está bien, Durell. Dobla la vigilancia y di a los soldados que se mantengan preparados. Y a partir de ahora descansaremos sólo lo necesario.

- Sí, vidente.

Las Lágrimas volvieron a ponerse en camino. Lilith volvió a sumergirse en sus pensamientos. Se acordó de que, a pesar de la relativa calma del interior de la Telaraña, fuera se estaba librando una guerra, una guerra contra el Caos.
Se acordó del resto de fuerzas de Lágrimas negras, de que ahora estarían batallando contra el Saqueador y sus ejércitos. Y se acordó, por encima de todo, del maestro Ulthran, aquel bondadoso eldar que la había cuidado como a una hija y que la había iniciado en la senda del vidente. Supuso que ahora mismo estaría luchando e algún lugar de las proximidades del Ojo del Terror, sin embargo no se preocupó por él, el maestro era el eldar más poderoso de la galaxia y no caería fácilmente.
Siguió perdida en sus cavilaciones algún tiempo más cuando oyó un sonido muy débil, parecía el ulular de un pájaro, pero no había pájaros en la Telaraña.
Entonces lo reconoció, era el sonido que hacían unos motores gravitacionales.
Lilith asió con más fuerza a Alyothe, la lanza bruja de doble hoja que el maestro Ulthran le había regalado el día en que ella se convirtió en vidente. Al disponer de filo tanto en la parte superior como la inferior la lanza se podía usar al estilo de los antiguos bastones de entrenamiento. La vidente era una virtuosa en la lucha con esos bastones por lo que con Alyothe se volvía mortífera en la lucha cuerpo a cuerpo.

- ¡Soldados! ¡Preparados! – Los guardianes se detuvieron y cargaron sus catapultas shuriken. El consejo de videntes de Lilith se dispuso en un círculo protector alrededor de la vidente. Y la Vyper “Filo lunar” ascendió hasta el techo mientras el artillero buscaba un blanco sobre el que descargar su lanza brillante.
En ese momento, por una de las ramificaciones de la Telaraña apareció una nave, no tenía techo y subida a ella había unos veinte guerreros de los oscuros con sus armaduras llenas de pinchos. El Incursor se hizo a un lado y otros dos aparecieron por el mismo túnel. Los Incursores lanzaron una serie de garfios desde la borda que atravesaron a algunos guardianes por el pecho con pasmosa precisión. Entonces un haz de luz recorrió el túnel, la Vyper había disparado y uno de las naves de los oscuros estalló.

Los otros dos Incursores activaron sus motores se pusieron por encima de las Lágrimas y los guerreros empezaron a bajar de ellos. El consejo de videntes con Lilith a la cabeza se acercó corriendo hacia uno de los grupos de guerreros enemigos. Lilith lanzó una llamarada psíquica que desintegró a cuatro de ellos, y trabó combate con un quinto guerrero al que decapitó con un rápido movimiento de Alyothe. Su consejo acabó con el resto de oscuros de ese grupo y rodeó de nuevo a la vidente.

Los guardianes negros lanzaban descarga tras descarga de sus catapultas shuriken y cuando los soldados enemigos se acercaban a distancia de combate en cuerpo a cuerpo, los guardianes se retiraban hacia atrás mientras los llamados guardianes de asalto, entrenados en combate con arma blanca, se lanzaban hacia los guerreros y los remataban.
Las banshees, la escuadra de espectros aullantes, luchaban con un grupo de brujas de los oscuros.

Lilith vio como un Incursor se acercaba a la Vyper que en es momento estaba intentando derribar a otra de las naves enemigas. No podía permitir que la “Filo lunar” fuera destruida, la vidente asió su lanza en posición de disparo y la lanzó. Alyothe pasó a escasos centímetros de la cabina de la Vyper y atravesó limpiamente el fuselaje del Incursor que reventó desintegrando a los guerreros oscuros que habían quedado dentro para poder disparar sus armas sin complicaciones.

Alyothe volvió a las manos de su dueña. El consejo siguió adelante acabando con todos los soldados enemigos que se encontraban a su paso. En ese instante, Lilith vio al comandante de los oscuros protegido por su escolta de Íncubos. La vidente se dirigió hacia él, seguido por Durell y el resto del consejo.
El consejo se abalanzó sobre los guardaespaldas. Lilith buscaba al Arconte. Se acercó a él, este llevaba un mandoble negro que parecía absorber la luz. Los dos se quedaron mirándose, midiéndose y esperando que el otro atacara. El Arconte atacó primero con golpe dirigido a las piernas de la vidente, Lilith paró el ataque con la parte inferior de Alyothe mientras con la superior atacaba el rostro del oscuro. Este dio una voltereta hacia atrás apartándose del filo letal de la lanza. Siguieron así durante unos minutos, sin que ninguno se pudiese con el otro. Finalmente, Lilith encontró un hueco en las defensas del Arconte, Alyothe penetró en sus defensas, atravesó la armadura, la carne y al oscuro en su totalidad. La punta de la lanza salió por la espalda del Arconte.

Lilith alzó la vista y miró a su alrededor, habían ganado la batalla pero a un alto precio. Veinte eldars habían muerto, el propio Al-Kadian perdió la vida al estrellar su moto contra el último de los Incursores en un intento de derribarlo. Lo había conseguido pero a cambio de su vida.

Caminos cerrados (capitulo 2)

“El campamento exodita había sido arrasado por completo. Los mon-keigh de piel verde se paseaban por el campamento destruido, no habían dejado ningún superviviente entre los eldar que se encontraban allí. Solo una joven eldar había podido escapar a la matanza. Tuvo suerte, ella no se encontraba en el campamento cuando se produjo el ataque. Ahora, escondida entre las ramas de un árbol observaba como los orkos ensartaban las cabezas de sus congéneres en largas lanzas mientras que unos pielesverdes de menor tamaño saqueaban los refugios. La joven ocultó la cabeza entre las manos horrorizada y rompió a llorar."

Lilith se despertó sobresaltada. A pesar de que no era la primera vez que sufría estas pesadillas no lograba acostumbrarse. Miró hacia arriba y vio el techo de la Telaraña fluctuando por encima de ella. Se incorporó y observó a su alrededor, todo el campamento dormía con la excepción de algunos guardianes que había dejado de vigías. No es que esperara problemas dentro de la telaraña, sin embargo debían tener cuidado pues los parientes oscuros usaban también la Telaraña para sus viajes. Afortunadamente, en la semana que llevaban dentro de la Telaraña no habían tenido problemas.
Aunque eso no era del todo cierto, había un problema que superaba con creces todos los demás que pudieran tener. En principio sus planes eran salir de la Telaraña por la primera salida que encontrasen, pero esto no había sido posible pues todas las salidas que encontraron se encontraban cerradas. Un campo de energía invisible las rodeaba impidiendo que pudieran salir. Por esta razón se llevaban una semana dentro, teniendo que descansar en su interior.
Lilith se levantó y avisó a los vigías para que despertasen al resto de la fuerza.
Debían ponerse en marcha. Al poco tiempo las Lágrimas se encontraban en posición y los exploradores ya habían salido en busca de nuevas salidas.
Finalmente, se pusieron en marcha. El consejo de videntes iba en primer lugar con Lilith y Durell a la cabeza.

Aunque en la Telaraña no existe el concepto del tiempo, la vidente calculó que llevaban unas cuatro horas de marcha cuando uno de los exploradores volvió.
La motocicleta paró delante de los videntes y el piloto bajó de ella.

- Señora, hemos encontrado una salida y esta parece estar activa.- El piloto era Al-Kadian, el brujo al mando de los motoristas que ahora servían de fuerzas de exploración.

- Buen trabajo Al-Kadian. ¿Alguna señal de los Arlequines? – En todo su viaje a través de la Telaraña aún no se habían encontrado con ellos, cosa bastante extraña pues Lilith estaba segura de que los misteriosos eldars sabían de la presencia de sus Lágrimas negras en la Telaraña. Los arlequines estaban enterados de todo lo que ocurría dentro de ella.

- No, señora. Ni rastro.

- ¡Maldita sea! Ellos podrían explicarnos que está pasando. En fin, llévame a la salida que habéis encontrado. ¡Deprisa!

- Sí, señora

Al-Kadian montó en la motocicleta y la vidente subió detrás. Acto seguido se encontraban recorriendo a toda velocidad los capilares de la Telaraña. Tras un corto viaje, llegaron al final de un capilar donde el resto de motoristas guardaba la salida.
Lilith desmontó de la motocicleta y se acercó al portal. Al contrario que el resto de las salidas que habían encontrado esta brillaba con mucha intensidad.

- Al-Kadian, ¿habéis probado a cruzar al otro lado?

- No, vidente. Preferimos esperar a que usted viniese.

- Bien, cruzaré yo. Esperadme aquí.- Lilith se dirigió con paso resuelto hacia la salida, pero la voz de Al-Kadian la detuvo.

- Señora no debéis ir sola. No es seguro.

- Al-Kadian, me halaga que os preocupéis por mí, pero se cuidarme sola.

La vidente se introdujo en le portal sin esperar la respuesta del brujo. Una especie de sustancia la rodeó y, cuando ya vislumbraba el otro lado del portal, sintió un fuerte tirón en el estomago que la empujó hacia atrás.
Lilith cayó al suelo de la Telaraña a varios metros del portal. Los guardianes se acercaron rápidamente a ella y la ayudaron a levantarse.

- ¡Señora, estáis bien! ¿Qué ha pasado?

Al-Kadian se acercó al portal y cuando intentó traspasarlo con su mano, ésta topó con un muro invisible.