Voces del pasado (Capítulo 6)
Lilith penetró en el interior del edificio. Un largo pasillo levemente inclinado se abría ante ella. La vidente lo recorrió, fijándose en los grabados de la pared. Estos tallados reproducían parte de la mitología eldar. Finalmente el corredor acabó en una gran puerta construida en hueso espectral. Lilith se extrañó de esto, todo el complejo estaba realizado en piedra, ¿porqué entonces la puerta de hueso espectral?
Lilith situó su mano en contacto con la gran gema que había en el centro de la puerta. La gema resplandeció y la puerta empezó a deslizarse silenciosamente hacia arriba. La vidente cruzó al otro lado y se encontró en el interior de una gran cámara. Toda la cámara estaba construida también en hueso espectral.
Lilith llegó al centro de la cámara y en ese momento sintió una intrusión en su mente, el hueso espectral era psicoconductivo y ahora transmitía todo lo que había quedado encerrado en él a la mente de Lilith.
Cientos de voces empezaron a llenar su cabeza, una algarabía de sonidos eldars que la vidente no podía entender. Las voces se fueron haciendo más numerosas, tanto que Lilith no pudo aguantar la presión: Cayó al suelo y se desprendió del yelmo, parecía que su cabeza estaba a punto de estallar. La vidente gritó.
Finalmente las voces empezaron a callar hasta que sólo quedó una. La imagen de un eldar se formó en su mente. La voz, que ahora provenía de la imagen del eldar, siguió hablando. Su nombre era Dyanillain y había sido el vidente principal de la ciudad de Alquezor. La imagen del eldar desapareció y otra ocupó su lugar. Una imagen a vista de ave de una gran ciudad eldar, Lilith reconoció el lugar. ¡Era el mismo en el que se encontraba ella! Unas pequeñas casas se disponían alrededor de las ruinas en las que se encontraba, sólo que ya no eran ruinas. La cuidad se encontraba en su momento de mayor plenitud y multitud de eldars se encontraban en las calles, trabajando, hablando o simplemente paseando.
Entonces la imagen cambió, al principio Lilith no supo que estaba contemplando pero luego lo comprendió. Se trataba de la misma ciudad que antes solo que ahora sus edificios estaban ardiendo, multitud de eldars se encontraban en las calles, muertos. Las calles estaban infestadas de unas criaturas hechas de metal y que parecían ser una parodia de esqueleto humanoide. La vidente los reconoció al instante, ¡Necrontyr!, ¡los guerreros plateados de los Yngir! Los pocos eldar que quedaban eran asesinados si piedad por los guerreros plateados mientras que las armas de las que disponían los defensores apenas causaban ningún daño en el enemigo, pues tras ser derribados los Necrontyr se volvían a poner en pie sin que quedara ningún rasguño en su cuerpo que recordase que había sido impactado.
La imagen se centró en el centro de la ciudad, allí los pocos eldars supervivientes se concentraban a las puertas del edificio principal.
La imagen entró en el edificio, que ahora Lilith reconoció como un templo, y llegó hasta la cámara de hueso espectral en la que ahora se encontraba la vidente.
En la imagen, un grupo de eldars en cuyo centro se encontraba el vidente Dyanillain realizaba un extraño ritual. Lilith reconoció a los eldars como videntes y brujos pero no sabía que tipo de magia podrían estar utilizando.
Lilith se quedó observando, cuando el ritual llegó a su punto álgido, los eldars se desplomaron, sin vida, mientras una serie de luces brillantes salían de sus cuerpos y se unían al hueso espectral de la cámara. Muchas luces más aparecieron y se fundieron con las paredes.
La imagen cambió de nuevo hacia el exterior del templo y Lilith vio como los eldar que se habían agolpado fuera también habían perdido la vida. Los Necrontyr, al no encontrar a ninguno más con vida, se retiraron.
Las imágenes se desvanecieron, así como la voz y dejaron a Lilith fría y conmocionada.